Hombre de pocas palabras, mis³gino y glot³n impenitente, el capit¡n se inspira en los folletines de Dumas y Sue para dar fe de complots inexistentes, fomentar intrigas o difamar a las grandes figuras de la polÂtica europea. Sin escrºpulos, Simonini trabaja al servicio del mejor postor: si antes fue el gobierno italiano quien pag³ por sus imposturas, luego llegaron los encargos de Francia y Prusia, e incluso Hitler acabarÂa aprovech¡ndose de sus malvados oficios.