En ese contexto, Buscaglia subraya que la delincuencia organizada es un fenómeno social económico y no un fenómeno militar que pueda erradicarse por medio de la represión, dejando claro que los problemas que han amenazado al Estado mexicano -acentuados desde el sexenio de Felipe Calderón- necesitan abordarse más allá de una perspectiva policial o judicial.