Laura Duncan no habÃa tenido una vida fácil e intentaba disfrutar de ella lo máximo posible. La carta de un editor diciendo que su novela era una mierda, no le iba a desmoralizar. Encontrar a Dan Morton en la puerta de la editorial era mala suerte, pero que fuera el dueño era todavÃa peor porque su objetivo cambió en cuanto le echó la vista encima. Ese hombre tenÃa que ser suyo.