HabÃa perdido toda mi libertad y, con ella, todo cuanto me importaba; alejada a la fuerza de mis hijos, de mi madre, de mi vida y de mis sueños; con el cuello encadenado a un árbolÂ… en condiciones de la más infame humillación, conservaba, no obstante, la más preciosa de las libertades, que nadie podrÃa arrebatarme jamás: la de decidir quién querÃa ser. En 2002, Ingrid Betancourt, candidata presidencial de Colombia, fue secuestrada por la guerrilla de las FARC, cuando se dirigÃa a San Vicente del Caguán, dos dÃas después de que en esta zona se finalizara la concesión otorgada por el presidente, en lo que se conoció como la “zona de distensiónâ€. Durante seis años y medio Ingrid Betancourt soportó todos los horrores de la selva: el encierro, las eternas marchas, la enfermedad, el hambre, la soledad, la humillación, los enfrentamientos, el dolor, el olvidoÂ… todo esto conservando siempre una integridad sin lÃmites, con una única obsesión: la libertad. En su libro relata, en detalle, sus dÃas en la selva: los complejos hilos de las relaciones personales entre los distintos prisioneros, la lucha por conseguir una ración de comida o la compañÃa de un diccionario, los tan anhelados minutos de comunicación con su madre y sus hijos a través de un programa radial, sus intentos de fuga, la muerte de su padre. Asà mismo da su visión acerca de todo aquello que rodeó su cautiverio: el dÃa de su secuestro, las relaciones con los comandantes de las FARC, la posición de Francia y su lucha por conseguir su liberación, las negociaciones y los esfuerzos del gobierno y las autoridades colombianas. De una forma reflexiva y profunda Betancourt lleva de la mano al lector no solo a vivir en carne propia la humedad, la oscuridad y el olor de la selva, sino a sentir dÃa tras dÃa el torrente de sentimientos y emociones encontradas que allà suceden. No hay silencio que no termine es un trasegar por la miseria y la grandeza humana: con sus encuentros y contradicciones, sus miedos y fragilidades, sus pequeños placeres y alegrÃas simples, sus decepciones y devastaciones, su esperanza e inspiración. El 2 de julio de 2008, en lo que se denominó como la Operación Jaque, el Ejército colombiano la rescató en un impresionante operativo que le dio la vuelta al mundo, y que regresó a la libertad a Ingrid Betancourt, junto a los tres contratistas norteamericanos, siete miembros del Ejército nacional y tres de la PolicÃa. ENGLISH DESCRIPTION Ingrid Betancourt tells the story of her captivity in the Colombian jungle, sharing powerful teachings of resilience, resistance, and faith. Born in Bogotá, raised in France, Ingrid Betancourt at the age of thirty-two gave up a life of comfort and safety to return to Colombia to become a political leader in a country that was being slowly destroyed by terrorism, violence, fear, and a pervasive sense of hopelessness. In 2002, while campaigning as a candidate in the Colombian presidential elections, she was abducted by the FARC. Nothing could have prepared her for what came next. She would spend the next six and a half years in the depths of the jungle as a prisoner of the FARC. Even Silence Has an End is her deeply personal and moving account of that time. Chained day and night for much of her captivity, she never stopped dreaming of escape and, in fact, succeeded in getting away several times, always to be recaptured. In her most successful effort she and a fellow captive survived a week away, but were caught when her companion became desperately ill; she learned later that they had been mere miles from freedom. The facts of her story are astounding, but it is Betancourt's indomitable spirit that drives this very special account, bringing life, nuance, and profundity to the narrative. Attending as intimately to the landscape of her mind as she does to the events of her capture and captivity, Even Silence Has an End is a meditation on the very stuff of life-fear and freedom, hope and what inspires it. Betancourt tracks her metamorphosis, sharing how in the routines she established for herself-listening to her mother and two children broadcast to her over the radio, daily prayer-she was able to do the unthinkable: to move through the pain of the moment and find a place of serenity. Freed in 2008 by the Colombian army, today Betancourt is determined to draw attention to the plight of hostages and victims of terrorism throughout the world and it is that passion that motivates Even Silence Has an End. The lessons she offers here-in courage, resilience, and humanity-are gifts to treasure.